viernes, octubre 08, 2004

Ciencia y esperanza


?Me interesa el futuro porque pienso pasar allí el resto de mi vida?.
Anónimo

El último argumento que parece sobrevivir entre conocidos escépticos y científicos
como justificación de la necesidad de la religión es que ésta proporciona la esperanzay el sentido de la existencia humana. La ciencia parece sugerir sin embargo que como individuos y como especie no somos más que una forma temporal de organización de la materia condenados a la extinción. Pero la mayoría de los hombres ?incluidos muchos científicos? están necesitados de esa esperanza que sólo la religión parece proporcionar.

En este artículo pretendo mostrar cómo dentro de la ciencia podemos encontrar esa
esperanza y cómo la ciencia nos puede proporcionar escenarios futuros mucho más
interesantes e imaginativos de lo que nunca nos proporcionó la religión. Estos
escenarios serán ampliamente comentados, por lo que el artículo puede ser utilizado
como una revisión del estado de las previsiones informadas del futuro a muy largo
plazo, lo que se ha venido en denominar escatología cósmica.

Introducción: ¿Son compatibles ciencia y religión?

?Si la ciencia nos da verdad, la moralidad el bien y el mal y la política la justicia, la religión es el campo de la promesa y la esperanza?.
Paul Kurtz

Entre conocidos científicos y escépticos se ha instalado la idea políticamente correcta de que la religión y la ciencia pueden convivir en dominios de aplicación distintos pero compatibles entre sí. Así por ejemplo, Stephen Jay Gould ?conocido biólogo y divulgador? escribió todo un libro [Ciencia versus Religión: Un falso conflicto. Crítica. 2000] para defender esta tesis sin éxito, aunque lo que
consigue es básicamente redefinir religión como una especie de filosofía ética. El intento sería bueno si la religión tradicional fuese sólo eso. Pero las religiones tradicionales van mucho más allá, apelando a la existencia de una entidad divina que tiene el control de los fenómenos naturales y de los asuntos humanos ?por ejemplo respondiendo a las plegarias?. En otras palabras, las religiones tradicionales interfieren en el dominio de la ciencia y son básicamente incompatibles con ella.
El filósofo Paul Kurtz sitúa el dominio de la religión en la búsqueda del sentido de la vida y la esperanza ante la muerte. Todo el mundo parece de acuerdo en que la ciencia no puede proporcionarnos el consuelo que nos ofrece la religión, y la postura materialista atea ?agnóstica para los puristas? se limita básicamente a la satisfacción de la honradez intelectual que consiste en aceptar los que los hechos parecen indicar: ?Con una vida hay bastante. Pone fin a las cosas de manera simple y elegante. De lo contrario el universo sería demasiado confuso? o como mucho en buscar un sentido poético de la existencia.
Sin embargo, el hecho de que muchos ateos prácticos, aún viviendo vidas plenas de
sentido, compartan el deseo humano de la vida eterna, les ha hecho caer en diversas
formas de misticismo.

En un debate televisivo titulado Can Science Seek the Soul? (¿Puede la Ciencia encontrar el Alma?), el parapsicólogo Charles Tart decía algo que en este contexto me parece significativo:

Los seres humanos tienen necesidad de significado. Tienen la necesidad de sentir
que son parte de algo más grande que ellos mismos. La gratificación biológica no es suficiente. Algunos de los tipos de significados que ha creado la humanidad son
irrazonables. Necesitamos algo más profundo. Nuestras religiones tradicionales
solían proveernos de significado, diciéndonos: ?no estás solo, sino que eres parte de
la gran escena que es el mundo y existen cosas que debería hacer y cosas que no?.
Esa tradición religiosa no funciona más para un montón de gente, porque están
basadas en creencias, muchas de las cuales no encajan en la imagen científica del
mundo. Necesitamos una espiritualidad práctica que sea consistente con nuestro
conocimiento científico.


Personalmente comparto los sentimientos y deseos de Tart, pero no su salto
injustificado al espiritualismo más simplón. Martin Gardner ?conocido escéptico y
divulgador? ha expuesto sentimientos similares en su libro Los porqués de un escriba filósofo, pero ni siquiera Gardner puede evitar caer en otras formas más sofisticadas de dualismo materia-espíritu. Cualquier persona culta sabe ?o debería saber? que en el fondo sólo el método científico nos llevará algún día a conocer si seremos o no capaces de conseguir la inmortalidad ?cualquier cosa que ello signifique? como seres individuales o como civilización por métodos puramente materialistas. La respuesta seguramente la conoceremos en algún momento del futuro ?incluso a lo mejor de la manera más terrible de todas: pereciendo de forma catastrófica como civilización humana? en el que seguramente ninguno de nosotros esté ya aquí para verlo. Y cualquiera que ésta fuese, habrá que aceptarla con honradez y valentía pues ¡no nos queda más remedio!

El objetivo principal de este artículo es intentar trascender el argumento de Kurtz,
mostrando que aún dentro de la ciencia hay lugar para la utopía, e incluso en un grado que convierten la tradición religiosa de cielos, infiernos, reencarnaciones y resurrecciones en cuentos infantiles con muy poca imaginación. Y para aquellos creyentes y no creyentes para los que la desaparición personal represente la pérdida del sentido de la vida humana, espero convencerlo de que la ciencia tiene muchas y buenas cosas que ofrecer.

Se analizarán así escenarios futuristas que no son imposibles desde el conocimiento
científico presente, ni desde extrapolaciones de la tecnología actual.

1. La esperanza perdida

?Créeme, si un hombre no conoce la muerte, no conoce la vida?.
Lionel Barrymore en Grand Hotel

El miedo a la muerte puede nublar incluso a una de las mentes más racionales de todos los tiempos. Se cuenta que el gigante de la ciencia John von Neumann se
convirtió al catolicismo en los últimos momentos antes de la muerte ?a causa de un cáncer terrible? a pesar de haber sido agnóstico durante toda su vida.

¿Qué esperanzas reales de alargar la vida humana podría haber tenido von Neumann en el presente? Pese a lo mucho que nos quiera venderla industria anti-envejecimiento, la realidad es que el número máximo de años que podemos vivir parece estar fuertemente limitado por el éxito evolutivo de genes que favorecen la reproducción a corta edad. Se puede pensar actualmente en terapias genéticas que mejoren algo esta situación, pero nadie puede realmente imaginar cómo prolongar ilimitadamente la vida a un cuerpo humano. Y en cualquier caso nadie puede evitar que existan ?accidentes irreparables?.

Recuerdo una de esas amenas charlas con los testigos de Jehová en la puerta de casa. Después de oír su versión del ?nuevo reino? donde los elegidos serían resucitados, pregunté intrigado qué pasaría con esos ?inmortales? si se caían de un sexto. No recuerdo la respuesta exacta, pero sí el extraño sentido de ridículo cósmico que experimenté al oírla.

En los últimos años ha aparecido una corriente de pensamiento conocida como
Transhumanismo cuyo punto de partida es el rechazo a la idea tradicional en política y futurología de constancia en el tiempo de la condición humana actual. Aunque algunas corrientes dentro del transhumanismo no descarten las posibilidades de alargar la vida mediante terapias genéticas avanzadas o auto-reparación de errores con máquinas nanométricas ? capaces de manipular un material átomo a átomos? y confían en que este tipo de técnicas esté disponible en un futuro tan próximo como para que la criogenización sea una opción factible, éstas serían claramente opciones que no evitarían la muerte por algún tipo de accidente, más sólo la retrasarían un pequeño suspiro en la inmensidad del tiempo.

Pedro J. Hernández

Texto completo: versión PDF

1 Comentarios:

At 9:28 a. m., Anonymous Anónimo escribió...

Me gustó. La pena es que no funciona el link del PDF.

Al que lo escribió gracias ;-)

 

Publicar un comentario

<< Home