lunes, noviembre 15, 2004

¿Dos culturas? La ciencia y el humanismo en el siglo XXI


CIENCIA Y HUMANISMO

EL 6 DE octubre de 1956 apareció en la revista inglesa New Statesman un artículo de C. P. Snow titulado "The Two Cultures" (Las dos culturas). Tres años más tarde, en el mes de mayo de 1959, Snow dictó la conferencia Rede en Cambridge, Inglaterra, usando para ella el mismo título, con el que fue publicada ese mismo año. Aunque al principio la reacción a las ideas de Snow fue modesta, al cabo de unos cuantos meses se tranformó en una avalancha. El propio Snow comenta: "Al final del primer año empecé a sentirme incómodamente como el aprendiz de brujo." La catarata de notas, artículos, cartas, libros, simposia, conferencias y otras formas más de comentario, con frecuencia aprobatorio pero ocasionalmente crítico y hasta insultante (por fortuna, sólo en forma excepcional) transformó a la frase "las dos culturas" en un cliché cultural en todo el mundo. Se puso de moda hablar del divorcio entre los científicos y los literatos (las "dos culturas" originalmente descritas como inconmensurables por Snow) pero muy pronto se amplió el marco de referencia incluyendo en el campo de los "científicos" a todos aquellos trabajadores con preparación técnica profesional, como ingenieros, químicos, psicológos, agrónomos, y médicos (los "tecnócratas"), mientras entre los "literatos" se enlistaron a todos los artistas, historiadores, filosófos, pedagogos, estetas, sociólogos y bibliotecarios (los "intelectuales"). Ante el asombro de Snow, que vio sus "dos culturas" transformarse en dos monstruos semejantes al innominado y famoso personaje creado por el doctor Frankenstein, la separación que originalmente describió entre ellas se transformó en unos casos en abismo y en otros en trinchera, a través de la cual se peleaba una guerra sucia.

Snow resumió sus ideas cuatro años más tarde, cuando publicó una "segunda mirada" a su conferencia de 1959, con las siguientes palabras: "En nuestra sociedad (o sea, en la sociedad occidental avanzada) hemos perdido hasta la pretensión de poseer una cultura común. Las personas educadas con la mayor intensidad de que somos capaces ya no pueden comunicarse unas con otras en el plano de sus principales intereses intelectuales. Esto es grave para nuestra vida creativa, intelectual y especialmente moral. Nos está llevando a interpretar mal el pasado, a equivocar el presente y a descartar nuestras esperanzas en el futuro. Nos está haciendo difícil o imposible elegir una buena acción". La solución a este impasse es la educación, tanto en escuelas primarias y secundarias como en colegios y universidades.

He desempolvado la controversia originada hace 25 años por las "dos culturas" de Snow porque ilustra históricamente mi tema, que no sólo es de actualidad sino (en mi opinión) de extrema urgencia. En nuestros medios académicos y culturales más elevados, la comunicación entre "científicos" y humanistas" no es difícil, sino que simplemente no existe. Ojalá me equivoque, pero recientemente me ha parecido percibir ya ciertos indicios (leves, pero definitivamente reales) de sarcasmo y de intolerancia, y a veces hasta de franca animosidad, entre miembros egresados de ambos bandos. En lugar de la curiosidad genuina y el deseo espontáneo de contemplar al mundo a través de los anteojos del bando opuesto, "científicos" y "humanistas" rechazan tal opción y reiteran sus inexpugnables posiciones, recreando así la postura de los profesores de la Universidad de Pisa, que rehusaron la invitación de Galileo a mirar el cielo por medio de su telescopio.

¿Qué es lo que pretendemos los inconformes con tal estado de cosas? No es infrecuente que en los alegatos sobre este asunto, nuestros pacientes interlocutores acepten el diagnóstico de la situación que les ofrecemos y a continuación nos pregunten "¿Tienes alguna idea de lo que puede hacerse para atacar tan horrendo problema y por lo menos empezar a aliviar sus principales manifestaciones?" Snow decía que mientras los científicos desconocen a Shakespeare (el colmo de la ignorancia para un inglés) los literatos ignoran la segunda ley de la termodinámica. No se trata de proponer que se incluya a Cervantes y a García Márquez entre las lecturas obligadas para los ingenieros en computación, ni que los humanistas deben pasar un examen de BASIC o de fisiología general, para que ambos obtengan sus respectivos diplomas universitarios. De lo que se trata es de que en lugar de gesticular, la educación superior en México cumpla realmente con su cometido formal, que sea educación (en vez de indoctrinación, o simple reiteración, o hasta puro condicionamiento) y que sea superior, o sea que rebase en forma significativa el nivel profesional.

Es indispensable volver al concepto original de universidad, que implica la idea de universalidad. No se trata de hacer de cada alumno universitario un Leonardo; ese hombre fue un genio y además el mundo contemporáneo es totalmente distinto. De lo que se trata es de transformar a la universidad en una casa de educación y cultura, de alejarla hasta donde se pueda de su actual imagen de fábrica de títulos. En principio, las universidades no son escuelas politécnicas, su función principal no es la producción de artesanos expertos en los distintos oficios requeridos por la sociedad (función de inmensa importancia en nuestro medio y en nuestra época) sino la generación de sujetos provistos de una educación universal. Lo productos de una educación universitaria óptima deberían ser capaces de contemplar el conflicto de las "dos culturas" de Snow como un episodio histórico interesante, un poquito anticuado y passé, además de que revela ciertas limitaciones culturales. El universitario actual (el alumno inscrito hoy en cualquiera escuela mexicana de estudios superiores) tiene la indeclinable obligación de terminar sus estudios siendo no sólo un técnico capaz en su rama específica del conocimiento, sino un individuo educado en sentido universal. En la medida en que esto no ocurra, la educación superior en México habrá fracasado en sus obligaciones.

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¿Hubo siempre dos culturas?

LA CIENCIA EN EL SIGLO XXI

El físico y director durante 21 años de la revista Nature, John Maddox, aborda en su libro «Lo que queda por descubrir» los problemas aún no resueltos por la ciencia y sostiene que lo que ahora sabemos es sólo una pequeña fracción del conocimiento que podemos alcanzar. En cambio, otros autores han planteado todo lo contrario. ¿Cuál es su opinión al respecto? ¿Cree que podríamos encontrarnos en el umbral de una revolución científica? ¿En qué ramas de la ciencia cree que podría producirse un salto cualitativo que revolucione el conocimiento actual, como hizo la Teoría de la Relatividad en el siglo que acaba?

LA CIENCIA EN EL SIGLO XXI

J. BECHTOLD:

"Si podemos tomar la historia como guía, los avances científicos seguirán produciéndose a un ritmo cada vez mayor. Uno de los avances más impresionantes que he visto en mi vida es el desarrollo y la proliferación de los ordenadores. Creo que aún no hemos evaluado realmente el impacto que han tenido los ordenadores rápidos, el aumento de la capacidad de almacenamiento de datos, la internet, etc. en todas las ramas de la ciencia (y, desde luego, en la Astronomía). Mis hijos ya eran intrépidos usuarios del ordenador en su edad pre-escolar, antes incluso de aprender a leer; yo tenía 17 ó 18 años cuando ví un ordenador por primera vez. No me imagino cómo explotarán la tecnología de la información las generaciones venideras, que habrán crecido rodeadas de ordenadores."

G. BRUZUAL:

"Coincido con la opinión de J. Maddox. La historia demuestra que cada vez que el hombre ha pretendido conocerlo todo los hechos le han indicado lo contrario. Las distintas ciencias progresan a ritmos diferentes y, desde luego, nosotros vivimos en una época privilegiada en el sentido de que es muy probable que nuestra interpretación de la mayoría de los fenómenos naturales esté en la línea correcta. Pero aún queda mucho camino por andar. No hay que olvidar que la mayor parte de la población mundial viven aún en condiciones muy primitivas y no se interesan por la ciencia, se han beneficiado muy poco del saber científico. Si esperamos que la vida en la Tierra siga desarrollándose como la conocemos, pienso que los problemas que hay que resolver urgentemente están en el ámbito de las ciencias sociales, agronómicas y ecológicas. ¿Cómo producir alimentos de forma ecológicamente sostenible para alimentar a tantos hambrientos? Creo que este es el salto cualitativo que necesitamos en la tecnología. Si no resolvemos este problema quedará poco tiempo para que los científicos del planeta solucionen otros problemas interesantes pero socialmente irrelevantes."

M. DICKINSON:

"Tiendo a coincidir con que aún nos queda mucho por aprender, si bien soy reacio a profetizar cualquier revolución. Desde luego, en Astronomía y especialmente en mi campo, la cosmología observacional, el número de descubrimientos nuevos ha sido impresionante en los últimos años, cosa que en sí podría considerarse una revolución. Pero, como decía más arriba, creo que nos queda mucho por andar antes de comprender todo el proceso de la formación y evolución de las galaxias y, quizá, más aún para entender de verdad la cosmología fundamental que es la clave de todo lo que estudiamos."

R. ELLIS:

"Estoy de acuerdo con Maddox. Un contrapunto a esta obra queda recogido en el libro, muy difundido, de John Horgan "El fin de la Ciencia", donde se sostenía que pronto llegaríamos a abarcarlo todo en, por ejemplo, cosmología, y nos quedaríamos sin nada que estudiar. La obra de Horgan me pareció carente de interés. Se basaba en entrevistas realizadas a científicos de renombre que se encontraban al final de su carrera, algunos de los cuales ya no tenían muchas miras puestas en el futuro. La cosmología no terminará aunque hayamos logrado medir los parámetros fundamentales, porque entonces tendremos otros interrogantes que responder surgidos de los propios valores obtenidos. Lo maravilloso de la ciencia es que el saber no tiene límite; cada vez que un proyecto toca a su fin surge un panorama diferente que estudiar. Es cuestión de adoptar la adecuada actitud mental para dar con él.
No obstante, es difícil predecir una revolución. Comentar con autoridad sobre cualquier rama de la Ciencia es muy difícil. En el ámbito de la cosmología, yo diría que determinar la existencia y el origen físico de la materia oscura no bariónica y la constante cosmológica serían los dos acontecimientos más revolucionarios a corto plazo."

A. FRANCESCHINI:

"Este siglo ha sido enormemente prolífico en descubrimientos fundamentales para la Física y la Astrofísica. Especialmente fructíferas fueron las décadas de 1930, con la caracterización fundamental que hizo Hubble del tamaño y la estructura del espacio?tiempo y su formalización en el marco de la Relatividad General, y durante los años 60, con muchos descubrimientos importantes sobre los componentes físicos del Universo (las radiaciones de fondo milimétrica y de rayos X, los cuásares a alto corrimiento al rojo y las radiogalaxias que hablaban de un Universo evolutivo, la formulación de las leyes físicas fundamentales que gobiernan la formación de estructuras cósmicas como efecto de la gravedad, etc.)
Existe un consenso generalizado sobre que las décadas de investigación y descubrimientos astrofísicos apoyan el modelo estándar de la cosmología del Big Bang y proponen un universo en expansión cuyo origen tuvo lugar hace unos 15.000 millones de años a partir de un plasma denso, a muy alta temperatura y sin diferenciación. Lo que actualmente es objeto de un intenso debate son, más que este esquema general, los detalles del enfriamiento y la condensación de ese plasma cósmico por efecto de la gravedad para dar lugar al Universo muy estructurado que observamos hoy.
Después de todos estos (aparentes) éxitos, es difícil evitar la conclusión de que el ?esquema general y los hechos fundamentales? se conocen bien y son sólo los detalles los que aún se investigan. No obstante, debemos tener en cuenta que en todas las épocas los científicos han tenido una apreciación similar, empezando por la Gracia clásica. Un ejemplo muy ilustrativo de ello es la sensación de ?conocer todo? que reinaba en la cultura filosófica y científica de finales del siglo XIX, justo antes de las revoluciones científicas de nuestro siglo.
Algo que cambiaría drásticamente nuestra imagen del mundo sería el descubrimiento de que el Big Bang no fue un evento único y aislado, sino una serie infinita de Big Bangs seguida de ?Big Crunches? (grandes implosiones), lo que a su vez implicaría un tiempo infinito y la desaparición del concepto de origen.
Personalmente soy muy escéptico sobre las posibilidades de que esto pueda ser demostrado alguna vez, incluso asumiendo que tenga sentido (ver el problema del aumento de la entropía de un ciclo a otro y la prueba observacional actual de un universo en expansión continua).
Quizá la Física Fundamental pudiera estar más cerca de una revolución similar a la que supuso la aparición de la Teoría de la Relatividad, por ejemplo descubriendo una nueva Física que unificara las fuerzas fundamentales de la naturaleza (especialmente la gravedad con las otras fuerzas). Sin embargo, todas estas ideas pueden incluir un sesgo, y es que cuanto mayor es la profundidad a que se trabaja en un campo dado, más difícil es imaginar una revolución en él. Después de todo, la mayoría de las revoluciones vividas en las Ciencias Físicas en este siglo procedían bien de gente muy joven (como quienes trabajaron sobre los fundamentos de la Física Cuántica: Born, Dirac, Eisenberg, Pauli, Fermi y otros) o de ?extraños? no académicos, como lo fueron el joven Einstein y aquéllos a quienes se deben los descubrimientos fundamentales de la cosmología: Edwin Hubble, por la expansión del Universo, y los ingenieros Penzias y Wilson, por el fondo cósmico de microondas."

K. FREEMAN:

"Coincido con J. Maddox en que aún nos queda mucho por aprender. Sin necesidad de salir de la Astronomía, ¿cómo podemos pensar que lo sabemos todo si no tenemos ni idea de en qué forma se encuentra el 90% del Universo?."

S. RAWLINGS:

"No estoy en situación de dar una opinión informada sobre el tema, pero sí algo menos reflexionado. Vivimos una época en la que los avances tecnológicos y científicos parecen tener lugar a un ritmo aún más acelerado. En buena parte se debe al aumento en potencia y sofisticación de los ordenadores digitales y sus periféricos. No veo pruebas de que estemos alcanzando ningún límite fundamental en este campo; de hecho, es más probable que nos encontremos al principio de lo que podría denominarse, con razón, una revolución informática. Ya se están dando los primeros pasos hacia el diseño de ordenadores construidos sobre principios de mecánica cuántica y no digitales, lo que haría que los ordenadores actuales pareciesen aún más rudimentarios de lo que nos resultan hoy las primeras computadoras de la historia. Me resulta imposible imaginarme la capacidad de esas máquinas del futuro dada la complejidad de las simulaciones, la realidad virtual y los procesos de inteligencia artificial que llevarán a cabo. Al decir esto me estoy acercando peligrosamente a la ciencia ficción, pero uno puede entrever claramente un momento en que la frontera entre lo virtual y lo real y entre el cerebro de los ordenadores y el humano podría borrarse considerablemente. Como científico me parece algo alucinante, pero como ser humano me produce escalofríos. Sólo sobre esta base (y son muchas las disciplinas científicas, incluida la física fundamental, donde seguimos siendo muy ignorantes) resulta difícil discutir la tesis de John Maddox."

S. WHITE:

"No creo que podamos estar seguros de comprender en lo más mínimo cómo el Universo llegó a tener la estructura que observamos actualmente. Algunos dicen que las observaciones de la radiación de fondo de microondas de las próximas dos décadas ?resolverán? la cosmología. Aunque estoy de acuerdo en que si estas mediciones resultasen coincidir con alguna versión del paradigma estándar actual (lo que aumentaría nuestra confianza en que es correcto), no me sorprendería en absoluto que ninguna versión encajase en esas observaciones. En cuanto a la formación de galaxias, creo que entendemos a grandes rasgos cómo las galaxias adquirieron el aspecto que hoy presentan, pero dudo de que seamos nunca capaces de predecir su estructura detallada ?ab initio? más de lo que podríamos esperar predecir el tiempo atmosférico a partir de un modelo de evolución global de la atmósfera terrestre."

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